El viaje de Artur Mas a India      Artur Domingo i Barnils    Jueves 12 de diciembre de 2013

«Él es el revolucionario anticolonial arquetípico. Su estrategia de no cooperación, su afirmación de que podemos ser dominados por nuestros dominadores sólo si cooperamos con ellos, y su resistencia no violenta, inspiraron a los movimientos anticoloniales y antirracistas de todo el mundo en nuestro siglo». Nelson Mandela /1marcha-de-la-sal-1

Durante la última semana de noviembre el president de la Generalitat Artur Mas, acompañado de un séquito de 40 empresarios y su conseller de empresa, el inefable Felip Puig (anteriormente de interior y responsable político del desalojo violento de los indignados de Plaça Catalunya en mayo de 2011) viajó a India. Se trataba de un viaje fundamentalmente económico “misión empresarial… con el objetivo de que las empresas catalanas conozcan las oportunidades de negocio que ofrece la India, y posicionarse para que las compañías de ese país inviertan en Cataluña”, como reproducía algún diario por aquellos días.

Es difícil visitar India en viaje oficial y eludir la visita y correspondiente ofrenda floral al memorial dedicado a Mahatma Gandhi en Nueva Delhi. Lo hacen casi todos los mandatarios, en un movimiento a menudo hipócrita, pues muchos de ellos se hallan años luz, en su pensamiento y su praxis, de los ideales por los que murió el viejo luchador. Por supuesto ello no excluye que algunos lo hagan por un sentimiento sincero de reconocimiento; no es el objeto de ese artículo diseccionarlo ni juzgarlo. Tampoco lo vamos a hacer en el caso de Artur Mas.

El president realizó otro de los ejercicios típicos en esas visitas: alabar al Mahatma y decirse inspirado por su testimonio y movimiento pacífico. No sé si su fiel ex conseller de interior asentía en ese momento con la cabeza o miraba hacia otra parte. Artur Mas dejó también claro, como no podía ser de otro modo, que sin embargo el caso de India no es aplicable de forma parecida a Catalunya y sobre todo se desmarcaba de la desobediencia civil preconizada por Gandhi y de cualquier medida o movimiento más o menos radical, por supuesto pacífico, para conseguir el objetivo de que los catalanes puedan decidir su futuro. Contrariamente, remarcaba el carácter únicamente “festivo” de las movilizaciones en Catalunya.

Mas, no es el único dirigente que realiza manifestaciones de ese tipo tras visitar el memorial. Lo han hecho otros antes que él, como ya hemos señalado. También son muchos los que se dicen “inspirados por Gandhi”, aunque sus actuaciones tengan poco de “gandhianas”.

¿Qué hacer con Gandhi?

Mohandas Gandhi, es una figura incómoda. Su dimensión política y moral es tan evidente que se hace difícil rechazarla y algunos desearían capitalizarla en alguna medida. De un tiempo a esta parte se le cita cada vez más, después de muchos años ignorándolo como si se tratara de un exótico santón. Su figura está creciendo en estos tiempos, aunque todavía lentamente, demasiado tímidamente a mi modo de ver. En mi opinión el legado de Gandhi es de los más interesantes que se pueden aprovechar, críticamente por supuesto, para la construcción de un proyecto de transformación social profunda. Pero, insisto, Gandhi es una figura incómoda y poco comprendida. Y eso vale también para sectores de la izquierda, reticentes a asumir su legado más allá de algunos aspectos puntuales.

No es el objetivo principal de este artículo desarrollar el porqué de esa incomodidad o ignorancia; lo he explicado en algún otro texto y también en conferencias y charlas. Sin embargo, no me resisto a apuntar algunas razones. Una de ellas es, a mi entender, un considerable “etnocentrismo europeo-americano”, no sólo arraigado en la derecha. Parece como si la única ciencia o teoría política y social capaces de proponer alternativas solventes y dignas de estudio se pudieran producir en Occidente. Además, entre bastantes sectores de la izquierda, hay otros factores que llevan a mirar con recelo el legado de Gandhi, aunque se le reconozcan inevitablemente algunos méritos. Desarrollarlos requeriría un texto exclusivo o de mayor extensión, al que no renuncio. Señalaré en este artículo tan sólo tres de esos prejuicios, a modo de reflexión.

Gandhi no se consideraba marxista, aunque sus posiciones y compromiso en materia social siempre estuvieron del lado de los más desfavorecidos y optó por una vida sencilla, como ellos. Fueron frecuentes sus debates con muchos socialistas y comunistas indios, pero también sus complicidades con ellos. De alguna manera se le podría considerar, como él mismo hizo en alguna ocasión, defensor de un “socialismo no violento” con postulados en muchos aspectos cercanos al anarquismo pacifista.

El segundo prejuicio se refiere al tema de la no violencia. Una generación de izquierdas -la autodenominada no reformista, pero no sólo ella- estuvo educada en los años 60 hasta los 80 en conceptos como la revolución armada y la “violencia revolucionaria”, como única vía posible para la transformación social, siguiendo el modelo leninista o guevarista en sus diversas variantes. Hoy la no violencia activa, como método eficaz de lucha, está a la orden del día en la mayoría de movimientos sociales importantes y no sólo en Europa. Y en ese sentido la estrategia de acción no violenta y desobediencia civil desarrollada por Gandhi y seguida por otros movimientos y líderes se muestra como una herramienta eficaz de lucha por la justicia y la libertad. Es ése otro tema de debate necesario y muy importante.

El tercer prejuicio que quiero citar aquí respecto a Gandhi (hay unos cuantos más) se refiere a su espiritualidad. Es uno de los que más cuesta afrontar desde la óptica occidental utilitarista. Sin embargo, la espiritualidad de Gandhi es en algunos aspectos muy moderna y revolucionaria, en otros, evidentemente, no. Gandhi no disociaba la revolución social de la transformación e introspección individual, pues al fin y al cabo cada individuo es también el sujeto de construcción de un orden más justo y socialmente harmonioso. Pero tampoco caía en la trampa de posponer o supeditar la transformación social a la individual; una y otra estaban íntimamente ligadas y en paralelo. Para él, la Ética y la dignidad del ser humano debían ser el fundamento de la política y la economía, y en ese sentido era uno de los más radicales críticos de la civilización tecnológica capitalista occidental. Hay que recordar que también otros como Walter Benjamin o Ivan Illich fueron radicalmente críticos con ese tipo de civilización.

Mas y Gandhi.

Pero volvamos al objeto inicial del artículo. Más allá de la retórica de la supuesta “inspiración en Gandhi”, hay muchos más elementos de discrepancia entre Artur Mas y lo que representa, que no de proximidad con el Mahatma. Algunos los dejó claros el propio president.

Ironías de la historia, con poco tiempo de diferencia, el viaje de Mas a India estuvo precedido por un viaje a Israel. No discutiremos, como hace la caverna mediática y otros que no se consideran tales, el derecho del president de la Generalitat y su gobierno a tener una política exterior, ya sea con fines económicos, políticos o de dar a conocer los proyectos de Catalunya. Lo vergonzoso de ese viaje fue sobre todo la absoluta falta de sensibilidad hacia el pueblo palestino. Artur Mas visitó exclusivamente a las autoridades israelíes, avalando la política de un Estado dirigido por los sectores más derechistas, que niega el pan y la sal al pueblo palestino, que sigue con su política expansionista e ilegal de creación de colonias en territorios ocupados e impide por todos los medios la constitución de un Estado palestino. Ninguna entrevista con líderes de la autoridad palestina, aún cuando visitaba zonas internacionalmente no reconocidas como parte de Israel. Cualquier líder europeo tiene más sensibilidad cuando viaja a la zona. Y ello parece responder a la visión de ciertos sectores, influyentes hoy en la política catalana, que han tomado como modelo a seguir el Estado militarista de Israel, al cual se oponen incluso muchos israelíes que buscan soluciones pacíficas, negociadas y no humillantes. Primer suspenso en “gandhismo” para Artur Mas

Hay varias diferencias importantes entre la propuesta de Mas y la vía preconizada por Gandhi en la lucha por la libertad de la India. Ciertamente el contexto y las realidades son muy diferentes, pero algunas de sus enseñanzas y experiencias son interesantes para el proceso que se vive en Catalunya.

Gandhi no disociaba en su proyecto la libertad de la India de la necesidad de construir una sociedad mucho más justa e igualitaria. No se cansó de repetir que si el proyecto del Congreso Nacional Indio se limitaba a cambiar unos políticos ingleses por otros indios que hicieran lo mismo, la independencia no merecería la pena. Lo cual no le impidió defender decididamente el derecho a la autodeterminación y la independencia de la India. Pero Gandhi no separaba la liberación nacional de la justicia social, como demostró a lo largo de su vida y sus luchas. No parece que ese sea ni por asomo el proyecto de CiU. Y no sé si lo tienen muy claro los amigos de ERC.

Para terminar, Gandhi era consciente de que la lucha por la emancipación de la India requería una estrategia de lucha no violenta, pero firme y decidida; pues las autoridades inglesas, especialmente los gobiernos conservadores y en primer lugar Winston Churchill, no accederían fácilmente a concederla. Churchill era un adversario acérrimo de la independencia de India (incluso de un autogobierno amplio) y tenía una conocida animadversión hacia Gandhi al que denominaba “faquir semidesnudo”. Por eso Gandhi, junto a J. Nehru y otros estrechos colaboradores, y todo el Congreso Nacional Indio, además de otras organizaciones, promovieron y dirigieron numerosas acciones de desobediencia civil no violenta y no cooperación, algunas tan famosas como la marcha de la sal en 1930. Artur Mas parece tener pánico a movilizaciones que puedan desbordar sus proyectos y reivindicar otras políticas sociales y económicas. Ofrece sólo como alternativa las manifestaciones pacíficas y “festivas”. Ojalá fuera suficiente con eso. Y es evidente que la situación y el contexto actuales tienen poco que ver con la India e Inglaterra de los años 30 y 40. Pero a la vista de la posición cerrada, no sólo del gobierno del PP, sino también de la mayoría del PSOE, por no hablar de los más radicales de UPyD y Ciutadans, me temo que no sea suficiente con la alegría que nos caracteriza a los catalanes. ¿Qué hacer cuando se niegue el derecho a celebrar un referéndum o una consulta? ¿Qué hacer con las presiones de todo tipo, económicas y represivas, aunque no se llegue a cumplir el deseo de enviar los tanques que algunos han expresado? Preguntas sin respuesta hasta el momento.

Por supuesto hay otros elementos que alejan a Mas de Gandhi, que por razones de espacio no trataré en este artículo, entre los que no serían desdeñables la gran astucia política y la capacidad de liderazgo del mahatma.

12/12/2013

1/ Nelson Mandela, (31/12/1999) “The sacred warrior”. Time Magazine.

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