El encuentro internacional de mujeres Mamá Corral inició hoy en el caracol zapatista de Oventic, en el municipio autónomo San Andrés Sakamch’en de los Pobres. Convocado por las comandantas del EZLN como festejo «deportivo, cultural y político», para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y está dedicado a la memoria de doña Concepción García Esparza de Corral, nonagenaria madre de desaparecidos políticos en Ciudad Juárez, Chihuahua, fallecida semanas atrás y muy respetada por los zapatistas.
Las ‘compas’ de los Altos están a cargo de todo. Desde el acceso, donde forman una abigarrada valla de encapuchadas tras las rejas del caracol, y cuaderno en mano registran y determinan quién ingresa. Pocos pasos más adentro, en la habitual «Oficina de Mujeres», se arraciman muchas indígenas más, todas ocupadas. Unas y otras están de excelente humor, y no lo ocultan.
Música y basquetbol se juntan al final de la calzada que desciende hacia la plaza del caracol. En oleadas se ve avanzar a los equipos, todas las jugadoras corren en ágiles parvadas, persiguiendo la pelota entre las dos canastas. Se suceden partidos de fútbol y basquetbol en las distintas canchas. Compiten decenas de equipos, todos conformados por mujeres.
No es que no vinieran varones, sino que los que hay cumplen función de vigilantes, o «ayudan», o son los que cantan las cumbias en el escenario. Salen y entran del caracol centenares de mujeres indígenas, y también «de ciudad», mexicanas y de otros países. De hecho, es una movilización internacional. Para conmemorar el 8 de marzo entre las rebeldes de Chiapas.
Doña Magdalena García Durán, la dirigente mazahua que fue vejada y encarcelada por el gobierno de Enrique Peña Nieto tras el ataque policiaco en Atenco, en mayo de 2006, se encuentra, con su porte distinguido, ante una gran mesa afuera de la secundaria autónoma zapatista Primero de Enero. Enfrenta un problema: cómo acomodar los cientos de dibujos y mensajes de solidaridad y amor (sic) que recibió durante su cautiverio, y que tiene sobre la mesa en varios sobres. Desea exhibirlos, para agradecer todo ese apoyo, dice.
Le llegaron de Bruselas, Massachusetts, California, Italia, Londres, Amsterdam. Dibujos solares, palabras de simpatía y courage de niños de muchas edades e idiomas. Los sobres de donde brotan son grandes, forrados de timbres postales. Todo un grupo de niños belgas de 11 años remitió a Magdalena decenas de imágenes de la naturaleza, muy bonitas: ríos, bosques, pájaros, caballos, flores, niños. Todas cortadas en tiras y acomodadas con espacios que reproducen sobre la página las rejas de la prisión. Y le decían entonces a la artesana mazahua: «este es el mundo que te espera cuando salgas».
Ya consiguió pliegos de hojas tamaño pizarrón, masking tape y un lazo. «No traje las cartas para que no se me fueran a perder, pero recibí muchas. Hasta de una Hilaria. Les pregunté a las compañeras que quién era, y me dijeron que Hillary Clinton. Pero no le contesté. ¿Crees que sí debí?», duda levemente. Su rostro es luminoso. «Me decían en todas que también habían escrito al presidente de la República y al gobernador del estado de México, demandándoles mi libertad».
Al anochecer se reúnen las mujeres en torno a la plaza para efectuar un «programa» de números culturales, danzas, poesías, canciones y mensajes. Hasta entonces puede uno hacerse idea de la concurrencia. Unas 3 mil mujeres, y se esperan más para la celebración de este domingo.
En la convocatoria del EZLN, el subcomandante Marcos revelaba que las comandantas rebeldes, al enterarse de la muerte de doña Concepción, «decidieron llamar a esta celebración con el nombre de lucha con el que la conocimos y conocemos, Mamá Corral, para así honrar a las mujeres que son madres y que, sin importar la edad, ni se rinden, ni se venden, ni claudican».
Dos hijas de doña Concepción, ya abuelas, viajaron desde Chihuahua para presenciar la fiesta. Se les ven los ojos cuadrados al encontrarse rodeadas de millares de mujeres tzotziles (y también choles y tzeltales, cuando menos) que se reunieron en el nombre de su mamá.
Entre tanto agradecimiento que se respira, de las mujeres zapatistas con las que llegaron, y las visitantes con ellas, esta fiesta, más que ninguna otra del zapatismo, es como un gran y tranquilo abrazo.
Desde la noche del viernes comenzaron a arribar grupos de mujeres de las comunidades zapatistas de todo Chiapas, así como las venidas de otras partes. Se inscribieron tantos equipos en los torneos, comenta una participante, que algunos no alcanzaron todavía a jugar.