Josu Ugarte Director de la ONG Bakeaz
El Observatorio Zoomrights, de Bakeaz -la ONG dirigida por Josu Ugarte- y la Fundación Fernando Buesa, incidirá en la reparación de las víctimas del terrorismo y las acercará a las instituciones internacionales, pero sin olvidar a los ‘verdugos’ que también han padecido la lacra de la violencia. Alberto Abaitua – Lunes, 2 de Mayo de 2011 –
Hace casi dos décadas una serie de personas vinculadas a la universidad, al ámbito del pacifismo, los derechos humanos y el medio ambiente alumbraron Bakeaz, una organización no gubernamental que proporciona criterios para la reflexión y la acción cívica. Ahora se enfrentan, junto a la Fundación Fernando Buesa, al reto de impulsar un observatorio que acerque las víctimas del terrorismo a las autoridades internacionales.
¿Cómo se consigue devolver la dignidad a las víctimas?
Haciendo justicia.
¿No cree que eso que demanda se está haciendo?
Hay muchas lagunas. Hay muchos casos sin resolver, juicios que no se han podido celebrar, simplemente, porque no se ha podido detener a los responsables de ETA. Habría que intentar conocer los causantes de decenas de casos que no han podido ser juzgados. También sucede lo mismo con casos de víctimas de la extrema derecha y del GAL. Y toda persona tiene derecho a que se haga justicia y a que se aplique la ley con igualdad. En segundo lugar, hay que reconocer a la víctima y reparar el daño causado. Obviamente, la reparación del daño le corresponde en primer lugar al victimario, el que ha roto la vida de esa persona o de sus familiares. La petición de perdón sería el ejemplo máximo de reparación y posibilita a la víctima que decida si perdona o no, aunque no tiene ninguna obligación y es una decisión personal. También al Estado le corresponde reparar, ya sea con ayudas económicas, facilidades de algún tipo, ayuda psicológica y jurídica, un cúmulo de cosas que afortunadamente la Administración ha ido facilitando. La verdad y la memoria completan esta lista. Es necesario afrontar en toda su complejidad el fenómeno de la violencia terrorista y las dinámicas generadas en torno a ella, es otro componente. El conocimiento de lo que ha ocurrido debe ser accesible para todos. Y el objetivo es conocer lo que ha pasado para que no suceda nunca más.
Esta iniciativa alberga también a los miembros de ETA que han sufrido abusos. ¿Teme que las víctimas de acciones de la banda interpreten este paso como una equiparación de ambos grupos?
Ninguna víctima de ETA puede dejar de comprender que una persona, independientemente de su condición, de su catadura moral y de sus delitos, puede ser objeto de una agresión de tal carácter que le lleve a morir o a quedar herida. El ojo por ojo y diente por diente es algo que inicialmente puede estar presente en cualquier ser humano ante una agresión a nosotros o a nuestras familias. La primera reacción puede ser de odio extremo y de un deseo de venganza tal de desear la muerte del otro. Incluso desearíamos provocar nosotros ese daño. Pero ese deseo de venganza se supera. Incluso se habla de la posibilidad de perdonar al victimario si reconoce el daño causado y, sobre todo, si pide perdón.
Puede que no desee su muerte, ¿pero cómo asume que su victimario, en su condición de víctima, también reciba ayudas?
Una víctima que ha sido victimario tiene que penar por el delito que ha causado, pero como víctima tiene derecho a algunas ayudas y a que se haga justicia. Hay que entender que esa persona en su condición de víctima tiene iguales derechos y hay que aplicarlos.
Parece que la clave reside en ese «hay que entender» que usted acaba de pronunciar. Supongo que lo dice porque es complicado que todo el mundo lo entienda.
Es complicado porque es difícil que hayan superado su drama personal. Es un proceso complicado desde su perspectiva personal. Dentro de los colectivos de víctimas, que son muy diversos, hay colectivos muy politizados y muy extremos en sus visiones, no abogan por responder con la violencia pero sí piden un endurecimiento de las penas de cárcel, etc. Pero existen muchos más por toda la geografía española que no opinan de esa manera y que están de acuerdo con que se aplique la justicia. Es un aprendizaje personal y colectivo, y no sólo de las asociaciones de víctimas sino del conjunto de la sociedad. No sólo es el hecho de que una víctima de ETA acepte que una víctima-victimario sea vista en su condición de víctima, sino también el resto.
¿Desde Bakeaz han constatado en la sociedad vasca una evolución en este aspecto?
Si en otra época, en los años 80, con una elevada actividad de ETA, se hubiese celebrado un referéndum para aplicar la pena de muerte o la cadena perpetua, seguramente, hubiera vencido, y eso habría supuesto un retroceso.
¿El observatorio llega ahora porque parece vislumbrarse la recta final del terrorismo en Euskadi o hubiera sido posible también en otra época?
Sí. Para cualquier cuestión compleja deben darse las condiciones suficientes: que haya una reflexión social madura, que haya una capacidad de comprensión de estas cuestiones y que haya facilidades desde las instituciones para que este tipo de apuestas tengan éxito. Las condiciones de madurez han existido hace muchos años en algún sector social. Ha habido varios colectivos, por ejemplo Gesto por la Paz, que han sido clave en la dinámica de concienciación social y política frente a la violencia terrorista; colectivos de investigación o personas que desde el pensamiento universitario desde la propia sociedad han contribuido con su reflexión a que esto que parece ahora normal sea normal.
¿Enfoca esta iniciativa como un paso más en relación al reconocimiento de las víctimas o un punto de inflexión con respecto a lo que se ha logrado hasta ahora?
Sería pedante por nuestra parte pensar que es un punto de inflexión. Se han ido creando las condiciones a lo largo de varias décadas. Ha habido avances y retrocesos, pero en términos generales, avances importantes. Hay un debate muy rico, difícil a veces, que está muy presente. En definitiva, una mayor madurez para favorecer estas cuestiones.
Bakeaz ha sido un firme defensor de la presencia de las víctimas en las aulas para que den su testimonio a los escolares.
Somos los principales impulsores de ese debate, los que más hemos reflexionado sobre eso y los que más hemos defendido esa forma de acercamiento de la problemática de las víctimas. Entendemos que el conocimiento del testimonio directo de las víctimas es una forma muy fecunda de responder ante el acercamiento de cualquier forma de victimación. Cuando se analiza el problema de la violencia de género, la forma de acercamiento a ese problema es muy variada. Se puede acercar ese problema a través de relatos, películas y también a través del conocimiento directo de cómo lo percibe, cómo le ha afectado a la vida de una víctima. Siempre y cuando la víctima tenga las condiciones para aportar su testimonio, para que sea fecundo pedagógicamente.
¿Qué condiciones son?
Debe haber superado su duelo, que no desee aplicar el ojo por ojo y diente por diente a quien le ha hecho sufrir tanto. Debe ser capaz de explicar con serenidad y tener capacidad pedagógica. Estas condiciones son igualmente aplicables a una víctima que ha perdido un brazo por una mina terrestre, a una víctima de la bomba atómica en Hiroshima o a una víctima del terrorismo.
En estos momentos ETA ha decretado un alto el fuego permanente, general y verificable ¿Está cerca el final del conflicto vasco, la ansiada paz?
Creo que no. No está cerca, sobre todo, una paz que sea justa, superadora de la violencia directa o visible, y de la violencia invisible que tiene que ver con los discursos políticos, con la conciencia social, con la justificación de esa violencia terrorista. En ese sentido soy muy pesimista. Cuando los discursos políticos y la conciencia social dominante sean capaces de condenar de forma nítida y radical la violencia terrorista, entonces hablaremos de la superación de la violencia terrorista.
¿Por qué lo dice?
La violencia terrorista en Euskadi no es ajena a una historia muy larga en el plano de las corrientes políticas, en el plano de las actitudes propicias a emplear la violencia para la consecución de determinado partido político. Aquí se ha discutido muy poco y se ha condenado muy poco la relación entre los fines y los medios. Somos una sociedad moderna y paradójicamente estamos anclados en el pasado y somos incapaces de comprender aspectos clave del funcionamiento del sistema democrático: un sistema que se basa en el rechazo, la condena y la persecución de la violencia ilegítima de colectivos que actúan políticamente para conseguir determinados fines. La violencia terrorista es incompatible con el sistema democrático.