Cuando el poder ruge, tiene miedo – Público.es.

…Por ejemplo: el sentido más difundido identifica seguridad con no ser atracados por la calle, no sufrir el asalto de nuestras casas, no temer por nuestras vidas». En esa focalización reposa la impostura, pues «se trata de una creencia inducida con un objetivo concreto, la desconfianza hacia nuestros iguales, porque en los medios oficiales nunca se habla del miedo a ser desahuciados de nuestras casas o a perder nuestro trabajo», amenazas mucho más comunes, pero incómodas para los depositarios del poder político…

… En vez de ser sujetos de derechos, parecemos estar sujetos a derecho. La vida cotidiana se militariza para sostener la hegemonía de los intereses privados frente a consideraciones de carácter público; la ideología de la seguridad funciona como superestructura de dicha militarización…

…Cuando el poder ruge, es que siente pánico a perder sus privilegios. Su primera reacción estriba en convertir en falta administrativa o delito toda manifestación de rebeldía, aunque sea pacífica, bajo la excusa de alterar el orden público y la seguridad individual. Entre estas manifestaciones figuran parar desahucios, la ocupación de establecimientos públicos, los escraches, la convocatoria de movilizaciones a través de las redes sociales…

… En la actualidad, la desobediencia es el único recurso para garantizar derechos fundamentales amenazados, como cuando se para un desahucio gracias a la presión popular. Una herramienta cotidiana para dotarnos de los derechos que el poder nos pretende arrebatar…

… las leyes injustas pueden aprobarse, pero también puede impedirse su aplicación; por eso, el miedo está cambiando de bando. Ellos no mandan si nosotros no obedecemos…

Barcelona Metrópolis | Alicia García Ruiz | Entrevista con Enzo Traverso: “La historia puede transformarse en un ‘arma del poder’”.

…Tenemos una nueva hermenéutica histórica, muy empobrecedora, que se ha impuesto en las últimas décadas y que consiste en mirar al pasado como un relato binario en el que se oponen verdugos y víctimas. Se trata de una manera de pensar el pasado que vacía un conjunto de actores históricos que no son descriptibles como verdugos ni como víctimas. Entre ambas figuras hay otros actores que pueden, por ejemplo, obstaculizar a los verdugos o ayudar a las víctimas. Creo que esta reducción se relaciona con la vigencia en las últimas décadas de un nuevo metarrelato que se ha nutrido del fin de las ideologías, un relato político e ideológico que es una visión muy conformista del pasado. Lo reduce a una época de guerras, totalitarismos, genocidios y violencia. Se trata de una manera de legitimar negativamente las formas de dominación del presente. Así, si se considera que el siglo XX ha sido el siglo de los totalitarismos, habrá que reconocer a continuación el mundo neoliberal como el mejor de los posibles, sin alternativas, porque las utopías son totalitarias, etcétera, etcétera…

…Pero siempre existe el peligro de que esas leyes construyan un acercamiento muy conformista al pasado. El pasado se presentaría como algo muy establecido y no se favorecería una reflexión permanente sobre la manera en la que el pasado todavía sigue vivo en el presente. Muchas veces ese conjunto de leyes memoriales constituye el espejo de una sociedad, de sus obsesiones y de sus huecos de memoria, y favorece tensiones en lugar de suavizarlas. Una política de la memoria se traduce en leyes que pueden ser simplemente declarativas, pero que son leyes a fin de cuentas, enfocadas sobre unos acontecimientos a costa de otros. Por ejemplo, en Francia la memoria del holocausto nazi es protegida por leyes represivas, pero la memoria de los crímenes del colonialismo francés es ignorada…