08 nov 2015
Jordi Calvo Rufanges
Llevamos unos años movidos en lo que a paz y seguridad se refiere. Las fronteras parecen desvanecerse al tiempo que somos susceptibles de ataques terroristas, movimientos masivos de población, inestabilidades económicas y un cambio climático culpa de todos y responsabilidad de nadie. Lo más curioso es que adalides y gurús de la globalización no lo hubieran previsto. Pero esta no es solo la cada vez más cuestionada globalización económica, sino que en lo tecnológico, ecológico y humano es imparable.
En este contexto, ¿cómo podemos hacer el mundo más seguro? Hay quien lo tiene muy claro, echando mano de los ejércitos. No en vano han tenido lugar en España las maniobras de la OTAN de mayor tamaño, espectacularidad y visibilidad de la historia reciente. No en vano es la OTAN la principal precursora de presionar a los gobiernos de sus países miembros para que aumenten los recursos económicos (de los presupuestos públicos, claro) destinados a mantener unas numerosas, bien armadas y con enormes medios logísticos y de transporte militar, de ataque y destrucción, para que en cualquier momento, en cualquier lugar y a cualquier enemigo se le pueda decir quien manda aquí.