Puede parecer sencillo pero, sin duda, no es fácil centrar la atención en lo realmente importante cuando los sentimientos ya no sólo inundan, sino que rebasan la capacidad de aguante y reflexión.
Porque lo más urgente y relevante es, siempre en estos casos, la atención a las víctimas. No sólo a Inazio Uria, que recibió ayer los disparos, sino a sus familiares y amigos. Todos aquellos que hoy están procesando el duelo y a quienes habrá que reparar su dolor con la detención de los asesinos y con el avance, firme y sereno, hacia la resolución del conflicto.
Pero es imposible no mirar alrededor. No recordar que, esta misma semana también, algunos sectores hablaban de ETA y su entorno con total libertad pero ninguna responsabilidad, y que hoy deben callar para no morder el polvo. Así, Marisol Esteban no dudaba en enviar una carta abierta a los miembros de la universidad en la que relacionaba a Iñaki Goirizelaia, su rival, con la izquierda abertzale. Por otro lado, Rodríguez Ibarra comentaba la posibilidad de dar a elegir a ETA entre una tregua o la dureza penitenciaria, como si el canal de comunicación de la banda y el gobierno español siguiera abierto. Sin olvidar que la semana empezaba con los coletazos de la fusión frustrada de las cajas vascas, una operación en la que, en la votación decisiva de Gipuzkoa, PSE y ANV unieron sus fuerzas a las del PP, ELA, LAB y Banatuz.
Euskadi es un país que sólo el paisaje humano es capaz de afear. Porque lo que sobra en él son quienes matan y quienes no abordan el conflicto con valentía y transparencia. Quienes dicen estar enfrente del entorno terrorista y luego lanzan mensajes, comparten objetivos y, si es electoralmente beneficioso, relegalizan a la izquierda abertzale antes de volver a procesarla. Los mismos que usan el argumento de ETA para vincular cualquier opción nacionalista con la violencia. Todos esos que, como si no hicieran nada por lo que debieran ruborizarse, alzan la voz contra el nacionalismo cada vez que, por desgracia, los asesinos demuestran que sólo apuestan por el dolor ajeno.
Buda decía que el ser humano debe tener únicamente tres enemigos: la codicia, el odio y la ignorancia. Y en días como estos hay que hacer un sobreesfuerzo para no odiar a quienes matan, y a quienes no quieren saber nada de lo que dijeron o hicieron por un puñado de votos.
Iker Merodio Experto en Comunicacion de Conflicto Noticias de Gipuzkoa 4/12/08