20 feb 2014 TICA FONT Directora del Instituto Catalán Internacional por la Paz y miembro del Centre Delàs d’Estudis per la Pau. www.publico.es
La desobediencia civil es un acto ilegal, público, consciente y noviolento, hecho con la intención explícita de no acatar leyes, políticas o decisiones de un gobierno. En España, desde hace 25 años, el movimiento antimilitarista ha sido el gran impulsor de la desobediencia.
La insumisión fue un movimiento antimilitarista, de desobediencia civil, en cual miles de jóvenes se negaron a realizar el servicio militar obligatorio. La historia empieza durante el franquismo, con el movimiento de objeción de conciencia y con el primer objetor, Pepe Beunza que en 1971 alegando razones de conciencia, que no razones religiosas, se negó a empuñar un arma y a realizar el servicio militar; su negativa a incorporarse al ejercito comportaba un proceso judicial y pasar unos años en un penal militar y con ello tuvieron lugar las primeras campañas internacionales de apoyo a la objeción de conciencia y a los objetores. Pepe Beunza llegó a pasar 3 años en prisión.
La actuación de Beunza fue seguida por otros jóvenes que también se declararon objetores de conciencia y que también acabaron en prisión por defender el derecho a no realizar el servicio militar por razones de conciencia. El número de jóvenes que se declararon objetores creció tanto que el gobierno confeccionó la primera ley de objeción de conciencia, la cual regulaba la realización de una prestación social substitutoria a la mili. Pero muchas asociaciones de jóvenes rechazaron dicha prestación y decidieron no acatarla, declararse insumisos a la ley de objeción, se negaron tanto a hacer la mili como a declararse objetores, con lo cual incurrían en delito, eran procesados y sentenciados a cubrir condena en prisión. En el año 1999 el número de objetores se acercó a los 170.000 jóvenes y el número de insumisos a 20.000, llegando a superar el número de jóvenes que hacían la mili. Era evidente que los jóvenes estaban a punto de dejar al ejército sin soldados, dejar al ejército sin capacidad operativa. El colapso también alcanzó la capacidad de hacer la prestación substitutoria, el número de objetores superaba al número de plazas disponibles.
Todo este movimiento llegó a presionar fuertemente al gobierno español, era evidente que si la movilización no se paraba en muy pocos años ningún joven querría hacer el servicio militar y eso representaba el colapso de las Fuerzas Armadas. Ante ello el gobierno no solamente seguía la estrategia de condenar a prisión a los jóvenes que se negaban a hacer la mili, también llevó a cabo campañas de descrédito en las que los jóvenes eran tratados con desprecio, presentados como perezosos, que por comodidad no querían hacer la mili; o en el caso del País Vasco, los insumisos eran presentados como radicales independentistas i/o pro etarras. Aunque el gobierno intentara acusarles de pro etarras, este movimiento consiguió lo contrario, demostrar a la sociedad que había fórmulas de lucha radicales que no necesitaban del uso de la violencia, demostraba a los partidarios de ETA que había estrategias de transformación más exitosas que la suya.
Pero desde los inicios los objetores y los insumisos se prepararon, se entrenaron para aguantar el proceso y el tiempo de prisión, contaron con redes de apoyo social, cada insumiso contaba con cuatro jóvenes que se inculpaban de haberle inducido a la insumisión; los grupos de apoyo, en el que también participaban mujeres antimilitaristas, madres y novias, organizaban acciones de protesta ante cuarteles militares, juzgados y prisiones, los objetores e insumisos basaron su campaña en la noviolencia, el antimilitarismo y la mala imagen que el ejército franquista tenía entre la población española. Contaron con la complicidad y apoyo de otros movimientos sociales como el movimiento anti OTAN y el movimiento por la paz. Lograron el apoyo de la mayoría de la población española.
La verdad es que gran parte de la sociedad civil encabezada por los jóvenes insumisos y objetores, creó un gran consenso social para abolir el servicio militar obligatorio. El gobierno no tuvo más salida que aceptar la petición social, envolverla en un discurso de modernidad y profesionalizar el ejército. En diciembre de 2001 fue abolido el servicio militar obligatorio y se profesionalizó el ejército. El objetivo de objetores e insumisos era abolir el ejército y abolir la guerra, no lo consiguieron, pero lograron que se reconociera un derecho que ninguna constitución anterior a la de 1978 había reconocido, el derecho a la objeción de conciencia, lograron ampliar el ámbito de las libertades y derechos individuales, dejando un ejemplo único de lucha exitosa por su gran extensión, impacto social y por la mala imagen que dejaron de las Fuerzas Armadas; para finalmente afirmar que contribuyeron a normalizar la crítica al ejército y que los temas militares dejaran de ser un tabú.
La insumisión ha sido el movimiento civil de desobediencia noviolenta sin parangón en ningún otro país europeo, posiblemente su antecedente más cercano en el llamado mundo occidental fuera la desobediencia a la guerra de Vietnam en Estados Unidos. Hoy celebramos 25 años de una lucha modélica por la transformación democrática del Estado.