Del euskera y los ‘otros abertzales’
Lamento tener que polemizar con algunos columnistas de este periódico,
como mi entrañable amigo y viejo correligionario Eduardo Uriarte, pero
no puedo pasar por alto algunas de las cosas que se vierten sobre
nuestra vieja lengua minorizada. Fobias inconfensables, disfrazadas de
/constitucionalismo,/ afirmaciones totalmente inexactas, cuando no
históricamente falsas, manipuladas para justificar posiciones
españolistas políticamente legítimas frente a las vasquistas o
nacionalistas -que no es lo mismo- tan lícitas, por otra parte. No todo
vale, y menos utilizando como arma arrojadiza una lengua. Por que si uno
es constitucionalista, como se presume, debería de estar de acuerdo y
cumplir el artículo 3.3. de la Constitución Española, que reza: «La
riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un
patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección».
Lo sé de memoria, entre otras cosas, por haber sido uno de los
traductores al euskera, por encargo de las Cortes, de dicho texto
fundamental. Y si son partidarios del Estatuto de Gernika, como dicen
¿están en contra de su artículo 6º, que dice: «1. El euskera, lengua
propia del Pueblo Vasco, tendrá, como el castellano, carácter de lengua
oficial en Euskadi, y todos sus habitantes tienen el derecho a conocer y
usar ambas lenguas», y sigue con otros cinco interesantes párrafos que
les recomiendo para refrescar su memoria. Y a ese texto le dimos el voto
afirmativo los que éramos militantes o votantes de la mayoría de la
ciudadanía vasca: PNV, EE, EPK-PCE, ESEI, PSE-PSOE y UCD. Estuvieron en
contra AP y HB, por si no se acuerdan.
En la lícita controversia no todo vale y menos utilizando, sin respeto
alguno, como arma arrojadiza una lenguaDividir esta comunidad entre «nacionalistas» y «constitucionalistas» es
volver a un pernicioso bicomunitarismo
En un artículo titulado /Volviendo a la normalidad,/ mi amigo Uriarte,
mezclando churras leonesas y merinas castellanas -las /latxas/ deben ser
ahora ovejas negras- dice, para afirmarse en sus asertos: «Sabían
ustedes que en el pasado la Margen Izquierda de la ría del Nervión y Las
Encartaciones nunca fueron vascoparlantes». Es una falsa afirmación.
Hace un par de meses se ha presentado el libro /Toponimia histórica de
Barakaldo,/ obra de Gregorio Bañales y de Mikel Gorrotxategi, académico
correspondiente y encartado de Sopuerta. Se recogen en él cientos de
topónimos euskéricos, entre ellos el suyo, Uriarte, que data de 1533, y
otros del barrio Landaburu. Y también una carta de 1866 dirigida por en
la que el escritor y traductor de la Biblia Jose Antonio Uriarte al
príncipe y lingüísta Luis Luciano Bonaparte en el que le dice: «He
estado de intento en Baracaldo, y he averiguado que en los barrios de
Landaburu y Beurco se habla mucho bascuence, y en el de San Vicente
también algo, pero en el barrio de Retuerto y demás apenas se
conoce…». Siglo XIX y no Edad Media. Por lo visto, mi amigo Teo le ha
copiado al insigne académico y nacionalista español Gregorio Salvador,
que escribió semejante patraña en /La Razón./ Cuestión diferente es que
en el extremo occidental encartado nada prueba que se haya hablado
euskera en la antigüedad y que en su parte central convivan topónimos
eusquéricos y de romance astur-montañés, como convivieran también, según
dan a entender textos históricos, poblaciones vascas y leonesas. Pero en
la parte occidental la toponimia eusquérica es mayoritaria.
Sobre el rótulo viario Portugalete-Kueto, no es una «manera fina de
euskaldunizar la Margen Izquierda», como dices, sino un torpe
incumplimiento de la normativa foral y de lo establecido en la Ley de
Normalización del Uso del Euskera, porque Cueto y otros que también son
topónimos castellanos o romances no se han de escribir con ortografía
vasca. Pero podías habernos aliviado la excursión de tu ligero discurso
con divagaciones como «/Zaspilanda/ (sic), Siete Campas desde los
albores de los tiempos», cuando el topónimo históricamente documentado
es /Zorrozgoiti /(es decir, la parte arriba de Zorrotza).
Cuestión diferente es la del que fue un buen rector de la UPV-EHU Manuel
Montero, y que en éste y otros periódicos está tronando últimamente
contra cualquier nacionalismo -vasco, por supuesto; contra el otro nunca
dice nada, aunque lo conozca íntimamente-. Él y otros intelectuales,
vascos o no, saben perfectamente que no se puede ni debe dividir esta
sociedad entre «nacionalistas» y «constitucionalistas», porque es volver
a un pernicioso bicomunitarismo que algunos criticamos hace más de
treinta años. Creo y afirmo que los de Ezker Batua son tan
constitucionalistas como los señores Montero, Savater y Arteta, y
posiblemente menos nacionalistas. En España, en general, los únicos no
nacionalistas son los federalistas, sean los de IU y muchos socialistas.
José Bono, en cambio, es un /abertzale/ españolista, porque como Manu
Montero sabe la traducción equivalente a /abertzale/ es «patriota», y
así se ha declarado con todo derecho el aspirante a presidente del
Congreso de Diputados.
Pero el amigo Montero, en artículos recientes como /La conquista del
euskera/ o /La postergación de los no nacionalistas,/ después de
párrafos brillantes, algunos asumibles, aprovecha el viaje dialéctico
para atacar toda la política lingüística y, en definitiva, el euskera.
Debiera de tentarse la ropa, pues en tiempos, todavía no lejanos, desde
la «escuela nacional», copia terminológica de la «/scola nazzionale/»
del fascismo italiano por el segundo ministro de Educación Nacional
franquista, fueron enviados aquende el Ebro cientos de «maestros
nacionales» a prohibir la lengua vasca, con castigos corporales inclusive.
Públicamente me pronuncié como padre a favor de la escuela pública
vasca, pero en contra de la «/euskal eskola nazionala/» y me alegraría
que, también Manu Montero empezara a reconocer el apostolado glotocida
de la «escuela nacional española», que no la escuela pública
republicana, y, a reglón seguido, pasara a criticar cualquier exceso,
gubernamental o no, de normalización lingüística. Podría contar con mi
colaboración, pero por ese orden histórico, ya que es historiador. Pero
una lengua minorizada como el euskera le debía merecer, si, como dice,
es «constitucionalista», «respeto y protección».
*José Luis Lizundia* fue parlamentario de EE y es académico de número de
Euskaltzaindia-Real Academia de la Lengua Vasca.
Articulo publicado en Diario Vasco Grupo Vocento